martes, 23 de febrero de 2010

AYER VI A BANKSY EN BERLÍN

Berlín, Lunes 22 de Febrero 2010.


Ayer fui al cine, o como dicen aquí estos días: fui a la Berlinale. Vaya que fui a ver un documental en el "Berlinale Palast", que es el teatro donde entregan los premios y el epicentro del festival. Es donde está la alfombra roja, por donde han pasado las "estrellas" y gente del celuloide para presentar o promocionar las películas que se han proyectado en esta sexagésima edición del festival de cine de Berlín. Scorsese, Di Capprio, Ewan McGregor, René Zellweger o el siempre impecable Pierce Brosnan han sido algunos de los nombres más conocidos que han venido este año a salvar la escena de celebridades. Que por lo que dicen algunas crónicas, este año, la presencia de famosos, aka glamour, ha sido más bien escasa.


De los que nosotros podemos conocer, de los de casa dijéramos; hemos tenido a un Alejandro Amenabar, en calidad de productor, a Belén Rueda o a Eduardo Noriega. Los tres presentaban, junto al director novel Oskar Santos (sí, sí, con K), la película El Mal Ajeno. Fuera de concurso, así que sin más trascendencia en esta Berlinale, que estaba de celebración por sus 60 años mostrando, dicen, lo mejor del cine.


Ayer salió el sol y durante el paseo en bici desde casa hasta el cine, el cielo de Berlín parecía anunciar el fin de esta mini era glacial que hemos vivido en la ciudad, aun muy cubierta de hielo y nieve. Pero es cruzar la cicatriz del muro, llegar a la plaza Marlene Dietrich, donde se encuentra este espectacular Theater am Postdamer Platz (del arquitecto Renzo Piano), y toda la parafernalia y trajín de gente te calienta el cuerpo. Toda esta zona está plagada de enormes edificios modernos y brillantes que te hacen sentir como una hormiga más, parece otra ciudad. ¡Bienvenidos a Metrópolis! El logotipo del festival y los carteles con las películas están por todas partes. Es como una minipolis del cine, que ayer estaba de resaca pero con buena cara. El sábado fue el día grande y se entregaron los Osos de Plata y el Oso de Oro, que este año ha sido para la película Miel, que cierra la trilogía del turco, Semith Kapalanoglu, iniciada con Huevo y Leche. Casualidad lo del oso y la miel o no, el director se permitió una pequeña broma al respecto al recoger el premio.


Pero lo que yo os quería contar es la, sensación, en un primer momento, grata que me dejó el documental Exit through the gift shop (Salida por la tienda de regalos). Una película de Banksy, el anónimo y misterioso "artista callejero" de Bristol. La película, presentada por Paranoid Pictures, burlándose de la famosa productora y distribuidora, te hace dudar desde el principio sobre la veracidad la historia que nos cuenta.


El documental, firmado en cualquier caso por Banksy, que hace las veces de narrador, retrata la transformación de un padre de familia Thierry Guetta, obsesionado con gravar en video todo lo que le pasa, a un llamado "artista callejero" (Mr. Brainwash- Sr. Lavado de Cerebro). Al principio Banksy nos presenta a este escéntrico personaje, de origen francés y afincado en Los Angeles, donde nos muestra videos casero con su esposa e hijas. Guetta, que aparece siendo entrevistado en lo que parece el jardín de su casa, nos intenta explicar su obsesión por grabarlo todo en video. Asegura que tiene miedo de no poder volver a vivir esos momentos cotidianoa que le hace sentirse vivo y por eso lo graba todo. Graba su vida entera. Hasta que se cruza con el llamado "arte callejero" a través de su primo durante unas vacaciones con su familia en Francia. Resulta que el primo es el conocido en el mundillo como "Space Invaiders", artista callejero que coloca sus placas con mosaicos de colores imitando las naves del videojuego del mismo nombre. Esta casualidad en concreto me hace dudar de la autenticidad de la historia del tal Guetta, pero bueno.


A partir de ahí se introduce en el mundillo del arte callejero/graffiti. Seducido por la adrenalina del vandalismo y la ilegalidad, empieza a seguir con su cámara a conocidos artistas de esta escena, como al californiano, Shepard Fairey (Obey). Que será eventualmente el nexo entre Guetta y Banksy. Porque el francés, al ir conociendo a los distintos artistas y acompañarles documentando sus fechorías artísticas, descubre la figura del enigmático artista de Bristol. Del que le cuentan que es imposible de localizarar y menos aún grabarle en acción. Esto hace que Guetta quiera "capturarlo" con su cámara a toda costa, hasta que lo consigue y llega a entablar una especie de amistad con el escurridizo "activista" inglés. Éste le permite mostrar su modus operandi, su estudio y hasta los cientos de libras esterlinas con la cara de Lady Di en lugar de la Reina Isabel II. En esa secuencia de la película Bansky le explica a Guetta, sin parar de grabarlo todo, que había pensado tirar los billetes "modificados" en algún festival o algo parecido, como si alguien hubiera decidido compartir su fortuna y la gente podría pagar las cervezas con billetes de la fallecida princesa de Gales. Guetta sigue con la cámara, parece no haber entendido lo que acaba de grabar. El de Bristol reflexiona y comenta, "había falsificado un montón de dinero y podrían condenarme a 10 años". A lo que contesta el francés: Ah, pero los has hecho tu?


El problema llega cuando Thierry Guetta no es capaz de editar y hacer una película con los cientos de cintas que ha grabado a lo largo (según dice el documental) seis años. Tras comprobar su inaptitud para hacer un documental aceptable, Banksy propone al francés hacer su propio arte callejero. Animado por la idea, Guetta se transforma en Mr. Brainwash y a modo Mr. Hyde, se carga todas las reglas no escritas del "mundillo" y acaba en la concesión de este arte reivindicativo ante el propio sistema que se critica. Mr. Brainwash decide montar una especie de espectáculo-exposición de lo más grotesco en el que sus compañeros del arte callejero no volverán a participar, por traspasar ese difuminado límite de vender el alma del artista al diablo, en este caso el sistema capitalista y global. Una vuelta de tuerca que acaba con un documetal sobre arte callejero, que no deja indiferente y que la Berlinale se ha atrevido a presentar en su programa. Un paso más, no sé, si hacia el establecimiento del arte callejero y del graffiti en la Institucionalidad o hacía lo contrario. En fín, Vive Blek le Rat! Que no sé que pensará Blek le Rat de esta historia, pero me gustaría saberlo. Esta película le debe mucho, muchísimo a ese pionero de las plantillas que tanta fama ha dado al tal Banksy.


Al salir por la famosa alfombra roja dos mujeres se nos acercaron para que le hiciéramos una foto con el cartel del festival de fondo. Al devolverles la cámara de fotos, una me dice mientras sonríe: Te pareces al Banksy ese. - Desgraciadamente no, le contesto pensando en las diferencias económicas. Aunque igual sí, quién sabe. Al final el cine tiene esa magia cursi que me recuerda cuando era niño y salías flipando de la sala, con esa ilusión de emular, o al menos ser por un día, el héroe de la película. En este caso el inglés, a mi juicio, vuelve a pecar de vanidoso pero el tío tiene ese algo que se envidia y admira al mismo a partes iguales.


TRAILER EXIT THROUGH THE GIFT SHOP

martes, 8 de diciembre de 2009

Mit dem Bullen nach Hause

Varios policías haciendo cola para comprar pollo asado en Berlín


Berlín. Noviembre de 2009.


Escoltado por la Polizei hasta casa. Eso es lo que me pasó hace unos días tras ser sorprendido sin billete por unos revisores (vestidos de con ropa de calle) en el U-Bahn (metro) berlinés. Lo peor de todo es que lo podíamos haber evitado, pero claro, a toro pasado es muy fácil hablar. Era por la mañana e iba con Carolina, una colega que tampoco había comprado su billete. Justo mientras hablábamos de los temidos revisores, Carol se percató de la presencia de 2 de ellos en el vagón posterior al que ocupábamos nosotros. Los pudimos ver por la ventana de cristal que hay al final de los coches del metro. Decidimos bajar en la siguiente parada ya que si no nos iban a pillar seguro. Al pisar el andén me percato que somos los únicos que nos bajamos en esa estación. Los revisores, instantes más tarde, también salen del tren y apuran la sirena que indica el cierre de las puertas antes de entrar en el vagón del que salimos Carol y yo. Aquí es donde nos equivocamos. Tras comprobar cómo se volvían a montar en el metro y disponerse a pedir billetes a diestro y siniestro, nosotros, en vez de esperar al siguiente tren nos subimos de nuevo al mismo, pero un vagón más allá de donde lo han hecho los revisores. Pensándonos a salvo nos bajamos en la siguiente parada y tras bajar al andén nos asaltan los revisores cortándonos el paso con los brazos en cruz y pidiéndonos los respectivos billetes. Me dan ganas de decirles que lo acabo de tirar, pero sólo les digo que no tengo.


A partir de ahí, estos cazadores de polizontes parece que empiezan a disfrutar de su trabajo. ¡Han pillado un presa! Bueno, dos. Nos piden los 40 euros de multa con vehemencia. Parece que su sueldo dependiera directamente de que pagues en el acto. Como no pagamos amenazan con llamar a la Polizei, como si su presencia fuera a llenar mis bolsillos con el dinero que nos reclaman. Y con aires de policía secreta barata, los revisores nos conducen a una sala situada en el mismo andén, donde comienza la parafernalia burocrática que tanto gusta en Alemania.


En el cuartito intentamos omitir sin éxito la mayor cantidad de datos que nos identifiquen, pero se salen con la suya y les doy casi hasta mi talla de calzado. En seguida llegan dos agentes de policia. Con sus trajes verdes de aspecto pre-caída del Muro. Uno de ellos, a penas ha entrado en la habitación y se enciende un pitillo como si hiciera un siglo que no fumaba. Nos preguntan si escondemos armas y/o objetos punzantes antes de proceder a registrarnos a nosotros y a nuestras pertenencias. Al haber intentado de alguna forma hacernos los tontos nos tratan como tales. Intentan hacernos comprender que nos han puesto una multa por no pagar el billete de metro y que debemos pagarla antes de 10 días. Y que al usar el transporte público hay que pagar. Pagar, pagar, pagar!!! Yo les digo que si no tengo 2,10 euros que cuesta el billete sencillo, difícilmente voy a tener 40 para la multa, pero que algo se me ocurrirá. Parece que se quedan preocupados por mi precaria situación económica, pero creo que solo es una impresión. Me explican que al no tener ningún documento que me identifique, los policías deben acompañarme a casa para comprobar que no les he dado gato por liebre sobre mis datos.


Carol sí tenía su documento de identidad y no me puede acompañar en tan peculiar paseo en coche patrulla. Abro la puerta trasera y me siento en el lado de la derecha, apartando antes una gorra de policía que ocupaba mi sitio. Un agente se monta detrás conmigo y el otro conduce. Le digo mi dirección, como si se tratase del taxi más barato en el que he montado. En un par de cruces resuelvo las dudas del que conduce y le indico que "por ahí también podemos ir, que es más corto".


Durante el paseo, me preguntan por mi vida en Berlín. Me dicen que haga todo lo ya he hecho para encontrar trabajo o vivir del estado. Esto último me sorprende, que la propia policía te anime a solicitar las ayudas sociales que ofrece el estado alemán. Y yo pensaba que a los alemanes de pura cepa no les hacía ni pizca de gracia que los extranjeros disfruten de este tipo de ayudas. Otro prejuicio que tenía y que he eliminado gracias a estos agentes de la ley, que me animan a chupar del bote. Llegamos a mi calle y estoy algo más que confuso. Salimos del coche patrulla y subimos. Abro la puerta del piso con los 2 colegas a mis espaldas y antes de darme cuenta los tengo en el umbral de mi habitación. Vuelve esa mezcla de asco y odio. Les doy mi pasaporte a uno y mi DNI al otro, para que no discutan. Asienten con la cabeza y me desean mucho éxito mientras salen del piso y bajan las escaleras. No doy portazo porque aún me queda algo de educación y vergüenza. Solo pienso que la policía de mi país podría aprender algo de esta gente, aunque por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda.

Con cierta conFusion


Berlín, Julio de 2009.


Lo del Fusion Festival no tiene comparación. No es por presumir pero he estado en algún que otro festival, sobre todo en Expaña, y semejante festivalazo, como el que viví el pasado fin de semana, no lo había visto en mi vida. No sé ni por donde empezar a contar...


Para empezar hay que decir que es un festival con más de 15 años a sus espaldas. Sin patrocinadores ni concesiones con multinacionales o grandes empresas. Podría decirse que es un festival sin ánimo de lucro, con centenares de colaboradores y trabajadores que, a pesar de las enormes dimensiones del evento, no participan con la intención de forrarse. Por 60 euros puedes disfrutar desde el miércoles hasta el lunes siguiente de la interminable y variada programación música y espectáculos. Por supuesto pasan los años y la esencia se va perdiendo, pero se sigue notando un algo que lo hace diferente.


El lugar es impresionante. Situado en mitad de la nada, a dos horas al norte de Berlín y a 8 Km del pueblo más cercano, Mirow. El recinto es una antigua base aérea rusa junto a una zona boscosa. La zona de acampada es una inmensa pradera de césped dividida en sectores para facilitar la localización de tu tienda, aunque si no esta marcada de alguna forma resulta casi imposible de encontrar. Los escenarios, con programación prácticamente las 24 horas durante los casi 5 días de festival, están situados en los antiguos hangares, cubiertos de hierba y transformados en teatros, salas de conciertos o en bares alternativos.


La variedad musical y el ambiente es lo que más me llamó la atención. Es como una aldea efímera en la que vale prácticamente todo con tal de pasarlo bien. Yo llegué un jueves por la tarde acompañado por varios amigos y abandonamos el recinto el lunes pasado el medio día. Por supuesto no falta la zona de chiringuitos de comida (casi todo vegetariano) y de ropa. Aunque la mayoría de la gente lleva sus propios víveres.


Me resulta difícil explicar con palabras la conFusión que me ha provocado este festival. Solo puedo decir que vale mucho la pena y comprobar de que se trata en persona. Se trata de otra forma de disfrutar de un festival. Es otro forma de entender este tipo de eventos, y que nos puede hacer pensar como algunos festivales de nuestra piel de toro abusan con precios prohibitivos y deficientes organizaciones. ¡Otros festivales son posibles!

Red Retro in Berlin


Berlín, Septiembre de 2009.


La Redretro™ ha pasado en Septiembre por Berlín. De acuerdo con su carácter semi-clandestino y fugaz, la huella que han dejado es, a día de hoy, inapreciable. Su cometido: Transformar los espacios de las redes del transporte público. Cómo: por medio de la transformación semiótica de los nombres de las paradas del metro. El fin que persiguen desde esta "organización" es buscar las reacciones de los usuarios de los medios de transporte de las grandes ciudades, creando a la vez una Red de Transporte Onírico™ imaginaria que atraviese océanos y fronteras. Entre los pasajeros solo buscan hacerles reír, reflexionar o incluso la simple provocación con el significado de la misma transformación. Los ciudadanos de otras ciudades ya han sido testigos de las actuaciones de Red Retro. Es el caso de las redes de transporte público de Madrid, Valencia, Buenos Aires y México, esta última aun por actualizar en su set de Flickr.


Siguiendo la tradición Dadaísta, Redretro™ se sirve de los instrumentos propios de la sociedad de la información para llevar a cabo sus acciones. Pegatinas, fotomontajes, etc. Son las armas que utilizan con el objetivo de provocar. Provocar reacciones, del tipo que sean, en los usuarios, trabajadores, ciudadanos; los individuos que conforman nuestra sociedad globalizada y confundida por el bombardeo mediático.


Berlín ha sido una parada importante dentro de la gira internacional de Redretro™ Es la ciudad donde se consagró el movimiento anti-arte por excelencia, nacido en Zurich durante la primera mitad del siglo XX. La capital alemana acogió un Dadaísmo con un carácter de tinte más político, inclinado hacia ideologías de izquierda e incluso hacia tendencias anarquistas. Por eso las transformaciones llevadas a cabo en esta ciudad tienen un significado especial. Es una vuelta a la cuna Dadá. De hecho, una de las transformaciones tenía lugar en la parada de metro de Dahlem-Dorf. Ésta pasó a llamarse Dada-Dorf™, cuya traducción sería "Pueblo-Dada".


Estos cambios semióticos no son irreversibles. De hecho, Redretro™ usa unas pegatinas de vinilo remobible que simulan la tipografía empleada en los nombres de las paradas de metro. A veces pasan tan desapercibidas que los usuarios del transporte público ni siquiera se percatan del cambio. Pero en caso de ser sorprendidos durante las transformaciones, los Operarios de Redretro™ explican a los miembros de seguridad del metro que los vinilos se pueden quitar fácilmente. En la parada de Alexanderplaz, cuya transformación era Alexanderspass™ (Diversión Alexander), un empleado de limpieza sorprendió a los Operarios Retro en plena acción. Tras convencerle para hacer una fotografía del cambio de nombre, los propios miembros de Redretro™ retiraron los vinilos sin resistencia alguna.


Y es que estos chicos y chicas no son ni vándalos y ni violentos. Son gente con la ilusión de cambiar el mundo que nos rodea, al menos esas cosas que nos degradan como seres humanos. La injusticia, lo comercial, en definitiva la parte podrida de la humanidad. Según indican ellos mismos desde su rincones de internet, pretenden crear en las redes de transporte público, infestadas de mensajes publicitarios, en pasillos, andenes y vagones, una "ensoñación" que permita al usuario escapar por un momento de la rutina comercial que les rodea, trasladándolos a una red virtual pero durante unos instantes tangible.


La repercusión de estas acciones semióticas tuvo cierta repercusión mediática en la prensa gratuita de Madrid. En un principio, tras publicar algunas fotos enviadas por los usuarios del metro, los propios redactores no entendían que es lo que estaba sucediendo. ¿Arte callejero o gamberrismo? se preguntaban. Incluso el 14 de marzo, antes de averiguar quién estaba detrás de las modificaciones, llegan a escribir: "Una sencilla modificación perpetrada por algún usuario bromista ha convertido la estación de Metro de Ríos Rosas en la de 'Líos Rosas'..." Diez días más tarde, el 24 de marzo, 20Minutos publica un breve en portada asignando la acción a la Redretro™ y la califican como "un juego de artistas callejeros" en el que pretende rebautizar los nombres de las estación del suburbano. Dos días más tarde, la misma publicación, da a conocer una entrevista con uno de los responsables de Redretro™. Y un par de semanas más tarde continúa el seguimiento de las transformaciones que van apareciendo en el subterráneo de la capital. Junto a la información se publican resultados de las propuestas para las estaciones de Metro enviadas por los lectores, animados por el propio diario gratuito y que a juzgar por el número de propuestas publicadas, reaccionaron aportando su ingenio a la iniciativa con bastante buen humor.


Volviendo a Berlín, donde a penas ha habido alguna mención en la prensa local, hay que lamentar la ausencia de otra acción que Redretro™ pretendía llevar a cabo. Por falta de medios, y sobre todo, por la situación creada a raíz de la amenaza enviada por Alqaeda al Estado alemán, por su implicación militar en Afganistán. Los operarios de la red suburbana decidieron no llevar a cabo la intervención que tenían pensada, ya que las elecciones generales se celebraban 2 días más tarde y la situación en las estaciones del U-Bahn, muchas bajo grandes dispositivos de seguridad, era demasiado tensa como para introducir a 3 individuos vestidos con monos blancos, capucha y antifaz, para luego pasearse por el subterráneo con un equipo de sonido y una intrigante voz en off a todo volumen soltando un discurso, cuanto menos, provocador y con bastante ironía, quizá no del todo apta para los alemanes, amenazados por terroristas árabes e invitados a decidir su futuro político en un par de días.


Sin embargo Redretro™ piensa volver. Siempre se quedan ideas en el tintero y a los 3 operarios que han trabajado en Berlín les ha encandilado la ciudad, a la que describen en su blog como un lugar increíble, que "posee pasadizos subterráneos que conducen a sitios maravillosos, pero la ciudad necesitaba ciertos nodos que la conectaran con el resto del mundo, del mundo onírico y subvertido de la hiperrealidad. Preparados, listos... Dadá!"


ESTACIONES TRANSFORMADAS:

"Alt-Mariendorf" se convierte en > ALT+CTRL+PEAR™
"Kaiserdamm" se convierte en > Kaiser Dummy ™
"Kotbusser Tor" se convierte en > Koztbuser Tor ™
"Wedding" se convierte en > Weedy ™
"Paradesraße" se convierte en > Parade Love ™
"Voltraße" se convierte en > Voltaire ™
"Berlin Pank Now" se convierte en > Berlin Punk Now ™
"Karl Marx Straße" se convierte en> Groucho Marx Straße ™
"Pankstraße" se convierte en > Punkstraße ™
"Stadmitte" se convierte en > Staubmitte™
"Dalhem Dorf" se convierte en > Dada Dorf ™
"Oranienburger Tor" se convierte en > Oranieren Tor ™
"Zoologischer Garten" se convierte en > Unlogischer Garten™
"Alexandersplatz" se convierte en > Alexnderspass™


sábado, 5 de septiembre de 2009

¡GRACIAS BERNARDO!

Siempre he tenido una curiosa admiración por el mundo taurino, por las vaquillas, por el toro, ese poderoso animal, que si de mi hubiera dependido lo habría nombrado el rey de la selva. El caso es que desde crío siempre me llamó la atención este ambiente. Cuando tenía unos 5 o 6 años recuerdo que ya veía las corridas de toros por la tele y envidiaba la figura del torero, la del banderillero y la del picador. En menor medida la de los subalternos, aunque también hubiera querido ocupar su lugar. Lo que yo pretendía era estar cerca de tan majestuosos animales. Y esa gente, empezando por el matador y acabando por los mulilleros, eran los que más se aproximaban al toro y a todo su poderío. Enseguida aprendí a imitar todos los tercios del festejo y también imaginaba a la bestia corriendo y moviéndose a mi alrededor. Con esa edad no podía ni imaginarme el enorme tamaño de los morlacos, que vistos por la tele parecía que apenas llegaban a la barriga del torero. A mi familia le hacía gracia esta admiración que sentía y pensaban que igual quería ser torero. Incluso me regalaron un traje de lentejuelas, con el que me encerraba con 6 toros imaginarios en una plaza improvisada en el salón de casa. A mi me hace gracia ahora.


No recuerdo exactamente cuando vi mi primer encierro de Fiestas de Estella, pero lo que sí que recuerdo es madrugar con gusto para verlos desde el balcón de casa de mi abuela. Supongo que la mayoría de niños y niñas estellicas han sido despertados alguna vez por algún familiar para presenciar este acontecimiento que separa la noche festiva del día festivo. Así empecé yo con mi afición por la carrera matutina, hasta que poco a poco era yo el que despertaba a la familia para ver el encierro.


Luego descubrí el encierrillo y poco más tarde descubrí los encierros de Pamplona, ¡qué se podían ver por la tele! Incluso había encierros en otros pueblos y ciudades. Así que olvidé mi carrera de torero, que me parecía demasiado arriesgada, para centrarme en los encierros. Esta carrera me fascinaba, era lo que siempre había soñado. El pueblo llano podía tener su rápido encuentro con el toro. Y no solo con uno, si no que con toda la manada. Era maravilloso, 9 morlacos acompañados por cabestros, atravesando las calles de la ciudad hasta llegar a la plaza de toros. Y delante, detrás y al rededor una multitud de lo que yo consideraba valientes afortunados corriendo junto a las bestias. Les envidiaba.


Desde mi Zaragoza natal no podía compartir con mis amigos mi afición por los encierros de Estella (y Pamplona). Normal, eramos niños de 10 años y no compartían mi, puede que algo exagerada, admiración, y tras cada carrera montaba yo mi propio encierro en casa. He usado todo tipo de muñecos, peluches, clips, Yia yous... Reproducía el recorrido con las vallas de una granja de juguete que tenía mi hermana y ponía a los corredores esperando a la manada a lo largo del vallado, que conducía yo con mis propias manos.


Hace doce años, si la memoria no me falla, durante unas Fiestas de Estella, un primo de mi madre me preguntó si había corrido delante las vacas alguna vez. Yo, como chaval de 14 años, y a pesar de mi gran afición nunca había corrido a menos de 50 metros de la manada. Levanté ligeramente la cabeza y le miré con una mezcla de admiración y cierta vergüenza, a la vez que meneaba la cabeza negando. Enseguida me propuso correr con él a la mañana siguiente. Supongo que mi cara en ese momento tornó de poema melancólico, tras la primera pregunta, a canción alegre tras su propuesta. Por fin iba cumplir uno de mis sueños.


Casi todo el mundo tiene un padrino que le ha introducido en su mundo laboral o en actividades de ocio, o en ritos culturales, hábitos buenos y malos,etc. Yo puedo decir que he tenido un gran padrino en los encierros de Estella. Bernardo Lacarra. Me acuerdo perfectamente de esa primera mañana. La noche anterior me había acostado más temprano y me levanté con tiempo para desayunar y prepararme para mi cita. Pantalón blanco más o menos limpio, camiseta blanca inmaculada y la faja y el pañuelico rojos. El punto de encuentro era la calle Mayor, a la altura del Bar La Moderna, saliendo por la Calle del Comercio, junto al escaparate de la tienda de deportes. Por supuesto estaba algo nervioso, pero Bernardo enseguida me tranquilizó con sus explicaciones sobre como afrontar la carrera. A pocos minutos del cohete que marca la salida de la manada, los nervios están a flor de piel. Se respira tensión, incluso entre los veteranos, a los que mi padrino saluda cordialmente.


Recuerdo todas esas directrices antes mi primer encierro. La posición: con el brazo que sujeta el periódico detrás y el otro delante y firme, para apartar a posibles corredores rezagados. Y siempre mirando hacia delante y hacia atrás. Pero el momento crítico es esperar a la manada. Hay que controlar por donde se acerca y como viene, si junta o separada. Para eso y para aliviar los últimos nervios antes de echar a correr, se pegan esos saltos verticales en plan guerrero africano... Cuando las vacas están a unos diez metros hay que empezar a mover las piernas hasta alcanzar un ritmo algo superior al de la manada, es como bombear adrenalina directamente al corazón. Mueves las piernas cada vez más rápido hasta llegar a una especie de subidón, que se produce en el momento en que encuentras tu sitio delante de las astas y corres como el viento durante unos instantes en que no hay nada mas que tu y el animal persiguiéndote. Es lo único en que piensas, la cabeza hacia delante y hacia tras y correr, correr hasta que casi no puedas más y apartarte hacia un lado dejando sitio a otros corredores.


Es un momento indescriptible, efervescente e imprevisible. Sin embargo cuando suena el cohete empieza la adrenalina. Segundos antes de ver a la manada, visualizas la carrera perfecta. Imaginas que las vacas no irán muy deprisa para poder aguantar la carrera lo más posible. Deseas que vayan algo sueltas y que será fácil encontrar un sitio donde colocarte. Y que no habrá codazos con otros corredores, ni tropezones y por supuesto ningún otro incidente. Pero eso dura un instante. ¡Ya vienen, ya están ahí! Y tu encierro empieza.


Desde aquella mañana de agosto he procurado correr todos los encierros y encierrillos que me ha sido posible. Al principio con Bernardo, siempre en nuestro tramo de la Calle Mayor, desde la Calle Comercio hasta casi la plaza Santiago. Luego probé otros tramos, con otros corredores, compañeros y amigos. Cada uno tiene sus características y hemos compartido grandes momentos. Pero el recorrido que me dio a conocer mi padrino taurino es especial. Apenas corre gente y estás prácticamente tu solo con los animales. Lo que siempre había querido. Por no comentar que los balcones de casa Albizu dan a ese mismo tramo.


Ahora, estando lejos de la tierra, aún recuerdo con más cariño y nostalgia los encierros de Estella. Desde la lejanía tengo la duda y las ganas de poder aparecer el viernes anterior al primer fin de semana de agosto en Tierra Estella. Las fiestas son un compendio de actividades, personas queridas y momentos de alegría, pero las carreras delante de las vacas son una de las citas que no se pueden dejar pasar, sobre todo una vez que se ha sentido esa indescriptible sensación.

miércoles, 3 de junio de 2009

NOS VEMOS EN BERLIN


14 de Abril de 2009.
Nada más llegar al patio interior donde se encuentra la sala Clash de Berlín me cruzo con tres grupos de personas. Todos españoles. Cual mi sorpresa, al sentarme en un murete cercano a la puerta del local, cuando oigo hablar al tercer grupo, en este caso seis o siete chavales jóvenes, en un fluidísimo euskera. Es de lo poco que faltaba por escuchar en esta ciudad. Aunque teniendo en cuenta que todos estamos ahí para ver actuar a Soziedad Alkoholika, no me pareció tan raro. El caso es que me llamó la atención recordar lo increíblemente distinto que suena este el vascuence del castellano y a pesar de no entender nada me quedé escuchándoles mientras bebía de mi cerveza. Siempre me ha echo gracia como lo poco que se puede entender de la conversación de una cuadrilla de vascos son las palabrotas en castellano y alguna otra coletilla, en plan Bueno o algo así.
El concierto, programado para las 21 horas, tenía prevista la actuación del grupo berlinés Blitztraktor, que no empezó hasta las 22,15. Media hora antes, mi cerveza se había acabado y entré al local para comprar la entrada y tantear el ambiente. Pagué 10 euros y la encargada me dijo que aún tardaría en empezar el concierto un rato. Me pusieron el sello, del cual y a pesar de haber pasado por la ducha un par de veces, aún tengo restos dos días después.


Volví a salir para comprar otra cerveza barata en una tienda cercana. Cuando volví al murete con mi botella llena me encontré con otro grupo de españoles. Esta vez sí que entendía lo que hablaban. Comentaban anécdotas varias con la policía en España y sobre sus experiencias en Alemania. Parecía que no se conocían todos entre sí, pero hacían piña. Tras un rato poniendo la oreja, uno de los chicos me preguntó si estaba solo y me invitó a acercarme al grupo, a lo que accedí gustoso.


Tras constatar que este mundo es un pañuelo (el chico que me preguntó si estaba solo, conocía al hermano de Berta, mi jefa en Berlín) y escuchar desde fuera como los teloneros ya habían empezado, decidimos entrar al concierto. La sala estaba ya bastante llena, pero frente al escenario se guardaba, la bautizada por mi como, Distancia Alemana. No podía creerlo, como en un concierto de Punk, con la sala bastante llena se mantuviese esa estúpida distancia entre público y escenario. Aproveché el hueco para hacer unas fotos. El cantánte, descendiente directo de Satanás, era una mezcla del cantante de Prodigy, Keith Flint, y del de Green Day, Billie J. Armstrong. A penas vi la mitad de su repertorio, pero no sonaban del todo mal. Cuando terminaron, los técnicos invadieron rápidamente el escenario y montaron el equipo del grupo español antes de hacer la última prueba de sonido con cada instrumento y micrófono. La Distancia Alemana empezó a desaparecer con la llegada de los fieles de S.A. que habían apurado fuera del local sus cervezas previas al concierto. Todo está listo y Soziedad Alkoholika aparece en el escenario, con su vocalista Juan presentándose y saludando al público en un alemán de lo más decente.


Para este momento, el cantante de los teloneros ya estaba en primera fila con el resto de incondicionales del grupo vasco. El concierto no defraudó a ninguno de los presentes. Todo fue rodado y los saltos y empujoes de las primeras filas no dejaron de ir en aumento conforme pasaban las canciones. El escenario no era muy grande y la sala tampoco, por lo que la euforia de público y músicos hacían del lugar una holla a punto de estallar. Estos conciertos en salas pequeñas, en los que la banda está tan cerca de los parroquianos, te ponen los pelos de punta y la carne de gallina. Es un tópico, pero es verdad. Son especiales, tanto para los asistentes como para los músicos. Es como el teatro, donde los actores perciben perfectamente las reacciones de los espectadores ante la obra. Hay una conexión directa. Y tan directa, pues uno de los chavales más alterados de la primera fila movió varias veces, impulsado por la maravunta a sus espaldas, los altavoces que se ponen al principio del escenario para que se escuchen los propios músicos. Menos lágrimas hubo de todo. Poca sangre y mucho sudor. La sangre fue de otro energúmeno al que seguro que su madre le advirtió antes de ponerse el pendiente en la ceja.

-Hijo mío, que como alguien te enganche de ahí...

Y como las madres siempre tienen razón, en el concierto de Soziedad Alkoholika, el susodicho se enganchó de algo o de alguien y a tomar por culo pendiente. El sudor ya se puede imaginar cada uno de donde viene, de partes varias....


El resto os lo podéis imaginar los que hayáis estado en un concierto de Punk. Y los que no hayas estado en ninguno ya tardáis en ir al siguiente que haya en vuestra ciudad, pueblo o aldea. Que esta música llega a todas partes.


Solo me faltó la peña de Estella, pero estando en la capital de Alemania era demasiado pedir... Cervezas y porros!!!

CUIDADO CON EL FEISBUK



Hay una amiga mía a la que su madre le espía el Feisbuk. Pero mi amiga está tranquila porque su madre dice que no entiende nada de lo que ponen ella y sus amigos y amigas. Que dice que usan un idioma extraño. Esto, o bien hace sospechar más a una madre o por el contrario le hace pensar que su hija y sus contactos no tienen remedio alguno y que nunca serán capaces de comunicarse de forma seria.

Yo no estaría tan tranquilo. Pero yo soy yo y mis circunstancias, que decía uno de mi pueblo... el caso es que ya he tenido el dilema de aceptar o no aceptar a algunos familiares que me solicitan ser aceptados como ciberamigos. Y cuando hablo de familiares no hablo de primos o hermanos, que todos sabemos como las gastamos.

Pero mi experiencia me dice que con el feisbuk este hay que marcarse unos límites, porque si no la cosa se te puede ir de las manos sin darte ni cuenta.

Yo entré en esta llamada Red Social a través de un colega norteamericano que conocí en mi año de Erasmus. Me pareció una buena forma de compartir fotos y estar comunicados. Cual mi sorpresa cuando te empieza a agregar gente que ni te acordabas que existía (exajerando un poco) y para colmo te etiquetan en fotos de hace años y en las que llevabas unas cogorzas que no te reconocería ni tu madre, por mucho que espíe.

Cuando empecé en esto, como digo, me marqué dos límites. El primero, después de ver a la velocidad que la gente te agrega a sus contactos, fue el de no buscar a nadie en esta red. Que si eso ya me encontrarán los que quieran, que a los que quiero yo ya me encargo de tenerlos informados de mis avatares. El segundo fue no aceptar a ningún familiar mayor de 35 años y susceptible de escandalizarse y perder la buena imagen que de mí tenían debido a fotos, comentarios, etc. que aparecen en tu perfil, en tu muro o en cualquier otra parte.

De momento me esta yendo, creo, que bastante bien. Aunque me inquieta el tema de que los propietarios de esta web se reserven los derechos de imágenes, comentarios y notas que cada uno publicamos. Soy novato en esto de las nuevas tecnologías, lo reconozco. Igual es por eso que ni entiendo ni me fío mucho de hacer públicos aspectos, digamos, algo íntimos de tu vida. Y lo lógico sería pensar, pues allá cada uno con lo que publique... Pero no. Y si algún colega cabrón cuelga una foto tuya besándote con la que no es tu novia, o como ya he dicho, te cuelgan en una foto en un estado etílico bochornoso y la ve gente que no tiene por qué saber de tus salidas nocturnas. O mensajes que te dejan en tu muro y cualquiera puede leer. En fin, no sé si es que a lo mejor he agregado a demasiada gente sin pensar en las consecuencias.

Hace poco me dijo un conocido, cara a cara, eh. Nada de por internet... que había ido a una entrevista de trabajo y después de las típicas preguntas le pusieron un ordenador delante y le dijeron: Venga, ahora ábrenos tu página de Feisbuk. Jódete y baila Manolito. Yo me hubiera puesto cuanto menos nervioso. Pero claro, no puedes decir que no tienes, porque si pones en Google tu nombre y coincide (como es lo normal) con tu nombre en dicha página, te sale que apareces en el dichos Feisbuk. Y los cabrones de la entrevista lo saben de antemano. Imagínate a donde vamos a parar... no se que es peor, que tu madre te espíe o que lo hagan en tu trabajo. La historia es que nunca sabes que te puede pasar si confías tu vida, o parte de ella, a un ordenador conectado a la red de redes. Suerte y a seguir jugando.